«A ningún padre o madre le resulta grato que sus hijos tengan dificultades especiales o discapacidad pero, una vez que esa circunstancia se produce, esperan el mejor servicio posible por parte de las instituciones educativas», afirma Carlos Valiente, presidente de ANCEE (Asociación Nacional de Centros de Educación Especial). El mejor termómetro para sondear cómo funciona la Educación Especial, añade este experto, con muchos años de experiencia en el sector a sus espaldas, «son las propias familias, a partir de las cuales constatamos, constantemente un profundo nivel de satisfacción». Así, explica Valiente, dentro del amplio espectro educativo, y la heterogenia de problemáticas que puede presentar el alumnado, este tipo de centros «se encarga de abordar de un modo enfáticamente individualizado y especializado el proceso educativo de aquellos estudiantes que presentan un grado significativo de necesidades educativas y/o discapacidad, y que, a su vez, por su dificultad intrínseca, carencia de medios o singularidad, no pueden ser cubiertas por la modalidad ordinaria». Noticias Relacionadas estandar No Que bailen los ángeles, Elías ABC visual No Un día cualquiera en la vida de Javi, el joven con discapacidad que sólo le teme a la soledad Álvaro Ybarra Zavala ¿En qué situación está la educación especial en España? En España, la educación especial goza de muy buena salud, si nos basamos en el funcionamiento de sus centros y la preparación de sus profesionales. Respecto a este segundo aspecto, quisiera hacer notar que se trata de personal altamente cualificado, con un notable grado de especialización, a lo que se une una no menor pulsión vocacional. Pero, también es cierto que, en los últimos años, tras la ley LOMLOE, estamos asistiendo a un sorprendente e injustificado ataque -más o menos velado-hacia la educación especial, impulsado solo por apriorismos ideológicos y sin fundamentación técnica, científica o educativa. En definitiva, el único enemigo de la Educación Especial lo encontramos fuera, en factores extrínsecos a su propio funcionamiento y eficacia. A su vez, haciéndome eco de un aspecto de su pregunta, no es menos cierto que las políticas educativas autonómicas también establecen diferentes criterios en su enfoque, y nos congratula comprobar la valoración que, desde distintas consejerías dedicadas a tal fin, se está imprimiendo de cara a la educación especial y al reconocimiento de su eficacia. ¿Qué tipo de alumnos acuden a ella? Acude alumnado con diferentes necesidades educativas especiales, que son una parte más concreta y reducida del amplio paraguas que abarcan las necesidades específicas de apoyo educativo, pudiendo acoger, en términos generales, una escolarización que va desde los 3 a los 21 años. En la práctica, se suele tratar de estudiantes que precisan de una atención más profunda, especializada y personalizada, cuyas demandas no llegarían a estar del todo satisfechas en centros ordinarios, cuya modalidad, quiero hacer constar, convive pacíficamente y se coordina con la especial. Tal es así que, en cifras reales, el porcentaje de alumnos con necesidades educativas especial atendidos en centros de educación especial sería minoritario, no llegando al 17% del alumnado con discapacidad. ¿Hay distintos tipos de centros de educación especial? ¿Existen centros más enfocados a unos trastornos que a otros? Actualmente, nuestro país cuenta con 467 centros específicos de educación especial, siendo la inmensa mayoría de titularidad pública y concertada, junto a algunos otros netamente privados. Estos colegios escolarizan a alumnado muy heterogéneo y, como bien indica en su pregunta, existen muchos enfocados a distintos perfiles, ya sea por tipo de problemática (motora, intelectual, sensorial, trastornos generalizados del desarrollo, etc.), como por grado de diversidad funcional, en un segmento que iría desde la discapacidad leve hasta los grandes afectados. Los centros específicos de educación especial utilizan la metodología educativa establecida con carácter general y la adaptan a las circunstancias de sus estudiantes. Junto a lo que le señalo, no quiero obviar mi reconocimiento y trabajo de las aulas de educación especial en centros ordinarios, que también diversifican su labor en función de distintas problemáticas, para los cuales instamos dotar también de más medios y recursos de cara a poder desarrollar su cometido. ¿Por qué hay más niños en educación especial a partir de Secundaria? ¿Es porque los padres tardan en asumir los diagnósticos? ¿O porque en secundaria no existe la integración que, quizás, exista en los colegios en Primaria? Como en tantos fenómenos vitales, la explicación no es unívoca o monolítica. De todos modos, le compartiría un par de claves. Por una parte, muchos problemas de discapacidad se manifiestan de modo más sutil en las primeras fases del neurodesarrollo, siendo más patente en la medida en que van transcurriendo los años. Paralelamente a esto, las exigencias curriculares y la complejidad de las materias va aumentado progresivamente mientras transitan los distintos niveles. Por ello, mucho alumnado con necesidades educativas especiales empieza a percibir un apoyo más específico y profundo en relación directa al paso de los años; en definitiva, se empiezan a descolgar más en la fase final de la Primaria e inicio de la Secundaria. A su vez, en cuanto a lo otro que me comentaba, es comprensible que para los padres suponga un shock asumir ciertas situaciones -¿a quien le gusta que sus hijos tengan problemas sea del tipo que fuere?-, a lo que se añade un inicial desconocimiento de lo que supone la educación especial y sus beneficios; como en otros temas, podemos estar condicionados por ideas estereotipadas que, tras conocer la educación especial, le aseguro que son modificadas de un modo generalizado. Y, respecto a la tercera pregunta que me hacía, ciertamente, sigue estando ahí ese problema de la inclusión real . Y, mire, aquí no centro mi dardo solo en las políticas educativas, ya que, no hay ninguna normativa, desarrollo legislativo, decreto, estrategia, etc., que pueda lograr armonizar ciertas situaciones. Por solo ponerle un ejemplo ¿acaso se puede legislar para forzar con quien comparte el recreo un alumnado de EPO y ESO o a quién invita a sus cumpleaños? Cuando, por fin llevan a sus hijos a estos centros, todos los padres que conozco afirman que sus hijos han aumentado su autoestima, están mejorando su aprendizaje… ¿le consta? Absolutamente, como le decía antes, supone una profunda satisfacción comprobar esto. Bien es cierto que, en algunos casos, ya cuentan con la experiencia previa positiva de otras familias y alumnos, pero, incluso cuando la primera mirada pudo ser de recelo o miedo, la experiencia directa se torna de otro color. Mire, aquí podría compartir muchas vivencias pero, por centrarme en un aspecto concreto que me gusta reseñar, le diré lo que varios directores de colegios de educación especial me han compartido. Y me refiero a lo que produce el propio ambiente de sus centros. Me explico: es habitual que las familias reporten que, a los pocos días o semanas de integrarse en el centro, se percibe a nivel sistémico una mejoría en el clima del hogar familiar, con descensos significativos de estrés, ansiedad y conflictos domésticos; el hijo o la hija van a colegio con ganas y satisfacción. Y lo curioso es que, en muchos de esos casos, hemos de reconocer que aún no ha dado tiempo a intervenir -y hasta evaluar-, siendo el trabajo de acogida del profesorado y, en no menormedida, el trato entre iguales con otros alumnos, lo que pudo favorecer ese resultado. No en vano, muchos estudiantes aseguran que, por fin, viven ahí la experiencia de la amistad, disfrutan de cumpleaños -como antes le decía-, son insertados en grupos de WhatsApp, y, sobre todo, y aquí mucho podríamos hablar, dejan de padecer bullying. ¿Cree que hay más trastornos o dificultades de aprendizaje en la actualidad que antaño? Esta pregunta entraña una enorme complejidad, si queremos abordarla con rigor. En mi caso, que, entre otras facetas, me dedico también a la investigación en psicología y neurociencia, no me atrevería a sentenciar de forma taxativa. En todo caso, creo que ha aumentando la sensibilidad social ante estos problemas, incrementándose también su visibilidad. Además, pienso también que se va afinando con mayor precisión en los diagnósticos en paralelo con la sofisticación de nuevas herramientas de análisis y valoración. Luego, desde otro nivel de análisis, se podría debatir sobre los actuales problemas de lectura, escritura y cálculo, quizá no del todo ajenos a cuestiones culturales y contextuales… ¿debatimos sobre el uso temprano de los móviles? La pregunta responde a un fenómeno poliédrico, a la vez que apasionante para los que dedicamos parte de nuestro tiempo a la investigación.
sábado, 9 de marzo de 2024
¿Acaso se puede legislar el compartir recreo a alumnos de EPO y ESO o a quién invitar a los cumpleaños?
¿Acaso se puede legislar el compartir recreo a alumnos de EPO y ESO o a quién invitar a los cumpleaños?:
«A ningún padre o madre le resulta grato que sus hijos tengan dificultades especiales o discapacidad pero, una vez que esa circunstancia se produce, esperan el mejor servicio posible por parte de las instituciones educativas», afirma Carlos Valiente, presidente de ANCEE (Asociación Nacional de Centros de Educación Especial). El mejor termómetro para sondear cómo funciona la Educación Especial, añade este experto, con muchos años de experiencia en el sector a sus espaldas, «son las propias familias, a partir de las cuales constatamos, constantemente un profundo nivel de satisfacción». Así, explica Valiente, dentro del amplio espectro educativo, y la heterogenia de problemáticas que puede presentar el alumnado, este tipo de centros «se encarga de abordar de un modo enfáticamente individualizado y especializado el proceso educativo de aquellos estudiantes que presentan un grado significativo de necesidades educativas y/o discapacidad, y que, a su vez, por su dificultad intrínseca, carencia de medios o singularidad, no pueden ser cubiertas por la modalidad ordinaria». Noticias Relacionadas estandar No Que bailen los ángeles, Elías ABC visual No Un día cualquiera en la vida de Javi, el joven con discapacidad que sólo le teme a la soledad Álvaro Ybarra Zavala ¿En qué situación está la educación especial en España? En España, la educación especial goza de muy buena salud, si nos basamos en el funcionamiento de sus centros y la preparación de sus profesionales. Respecto a este segundo aspecto, quisiera hacer notar que se trata de personal altamente cualificado, con un notable grado de especialización, a lo que se une una no menor pulsión vocacional. Pero, también es cierto que, en los últimos años, tras la ley LOMLOE, estamos asistiendo a un sorprendente e injustificado ataque -más o menos velado-hacia la educación especial, impulsado solo por apriorismos ideológicos y sin fundamentación técnica, científica o educativa. En definitiva, el único enemigo de la Educación Especial lo encontramos fuera, en factores extrínsecos a su propio funcionamiento y eficacia. A su vez, haciéndome eco de un aspecto de su pregunta, no es menos cierto que las políticas educativas autonómicas también establecen diferentes criterios en su enfoque, y nos congratula comprobar la valoración que, desde distintas consejerías dedicadas a tal fin, se está imprimiendo de cara a la educación especial y al reconocimiento de su eficacia. ¿Qué tipo de alumnos acuden a ella? Acude alumnado con diferentes necesidades educativas especiales, que son una parte más concreta y reducida del amplio paraguas que abarcan las necesidades específicas de apoyo educativo, pudiendo acoger, en términos generales, una escolarización que va desde los 3 a los 21 años. En la práctica, se suele tratar de estudiantes que precisan de una atención más profunda, especializada y personalizada, cuyas demandas no llegarían a estar del todo satisfechas en centros ordinarios, cuya modalidad, quiero hacer constar, convive pacíficamente y se coordina con la especial. Tal es así que, en cifras reales, el porcentaje de alumnos con necesidades educativas especial atendidos en centros de educación especial sería minoritario, no llegando al 17% del alumnado con discapacidad. ¿Hay distintos tipos de centros de educación especial? ¿Existen centros más enfocados a unos trastornos que a otros? Actualmente, nuestro país cuenta con 467 centros específicos de educación especial, siendo la inmensa mayoría de titularidad pública y concertada, junto a algunos otros netamente privados. Estos colegios escolarizan a alumnado muy heterogéneo y, como bien indica en su pregunta, existen muchos enfocados a distintos perfiles, ya sea por tipo de problemática (motora, intelectual, sensorial, trastornos generalizados del desarrollo, etc.), como por grado de diversidad funcional, en un segmento que iría desde la discapacidad leve hasta los grandes afectados. Los centros específicos de educación especial utilizan la metodología educativa establecida con carácter general y la adaptan a las circunstancias de sus estudiantes. Junto a lo que le señalo, no quiero obviar mi reconocimiento y trabajo de las aulas de educación especial en centros ordinarios, que también diversifican su labor en función de distintas problemáticas, para los cuales instamos dotar también de más medios y recursos de cara a poder desarrollar su cometido. ¿Por qué hay más niños en educación especial a partir de Secundaria? ¿Es porque los padres tardan en asumir los diagnósticos? ¿O porque en secundaria no existe la integración que, quizás, exista en los colegios en Primaria? Como en tantos fenómenos vitales, la explicación no es unívoca o monolítica. De todos modos, le compartiría un par de claves. Por una parte, muchos problemas de discapacidad se manifiestan de modo más sutil en las primeras fases del neurodesarrollo, siendo más patente en la medida en que van transcurriendo los años. Paralelamente a esto, las exigencias curriculares y la complejidad de las materias va aumentado progresivamente mientras transitan los distintos niveles. Por ello, mucho alumnado con necesidades educativas especiales empieza a percibir un apoyo más específico y profundo en relación directa al paso de los años; en definitiva, se empiezan a descolgar más en la fase final de la Primaria e inicio de la Secundaria. A su vez, en cuanto a lo otro que me comentaba, es comprensible que para los padres suponga un shock asumir ciertas situaciones -¿a quien le gusta que sus hijos tengan problemas sea del tipo que fuere?-, a lo que se añade un inicial desconocimiento de lo que supone la educación especial y sus beneficios; como en otros temas, podemos estar condicionados por ideas estereotipadas que, tras conocer la educación especial, le aseguro que son modificadas de un modo generalizado. Y, respecto a la tercera pregunta que me hacía, ciertamente, sigue estando ahí ese problema de la inclusión real . Y, mire, aquí no centro mi dardo solo en las políticas educativas, ya que, no hay ninguna normativa, desarrollo legislativo, decreto, estrategia, etc., que pueda lograr armonizar ciertas situaciones. Por solo ponerle un ejemplo ¿acaso se puede legislar para forzar con quien comparte el recreo un alumnado de EPO y ESO o a quién invita a sus cumpleaños? Cuando, por fin llevan a sus hijos a estos centros, todos los padres que conozco afirman que sus hijos han aumentado su autoestima, están mejorando su aprendizaje… ¿le consta? Absolutamente, como le decía antes, supone una profunda satisfacción comprobar esto. Bien es cierto que, en algunos casos, ya cuentan con la experiencia previa positiva de otras familias y alumnos, pero, incluso cuando la primera mirada pudo ser de recelo o miedo, la experiencia directa se torna de otro color. Mire, aquí podría compartir muchas vivencias pero, por centrarme en un aspecto concreto que me gusta reseñar, le diré lo que varios directores de colegios de educación especial me han compartido. Y me refiero a lo que produce el propio ambiente de sus centros. Me explico: es habitual que las familias reporten que, a los pocos días o semanas de integrarse en el centro, se percibe a nivel sistémico una mejoría en el clima del hogar familiar, con descensos significativos de estrés, ansiedad y conflictos domésticos; el hijo o la hija van a colegio con ganas y satisfacción. Y lo curioso es que, en muchos de esos casos, hemos de reconocer que aún no ha dado tiempo a intervenir -y hasta evaluar-, siendo el trabajo de acogida del profesorado y, en no menormedida, el trato entre iguales con otros alumnos, lo que pudo favorecer ese resultado. No en vano, muchos estudiantes aseguran que, por fin, viven ahí la experiencia de la amistad, disfrutan de cumpleaños -como antes le decía-, son insertados en grupos de WhatsApp, y, sobre todo, y aquí mucho podríamos hablar, dejan de padecer bullying. ¿Cree que hay más trastornos o dificultades de aprendizaje en la actualidad que antaño? Esta pregunta entraña una enorme complejidad, si queremos abordarla con rigor. En mi caso, que, entre otras facetas, me dedico también a la investigación en psicología y neurociencia, no me atrevería a sentenciar de forma taxativa. En todo caso, creo que ha aumentando la sensibilidad social ante estos problemas, incrementándose también su visibilidad. Además, pienso también que se va afinando con mayor precisión en los diagnósticos en paralelo con la sofisticación de nuevas herramientas de análisis y valoración. Luego, desde otro nivel de análisis, se podría debatir sobre los actuales problemas de lectura, escritura y cálculo, quizá no del todo ajenos a cuestiones culturales y contextuales… ¿debatimos sobre el uso temprano de los móviles? La pregunta responde a un fenómeno poliédrico, a la vez que apasionante para los que dedicamos parte de nuestro tiempo a la investigación.
«A ningún padre o madre le resulta grato que sus hijos tengan dificultades especiales o discapacidad pero, una vez que esa circunstancia se produce, esperan el mejor servicio posible por parte de las instituciones educativas», afirma Carlos Valiente, presidente de ANCEE (Asociación Nacional de Centros de Educación Especial). El mejor termómetro para sondear cómo funciona la Educación Especial, añade este experto, con muchos años de experiencia en el sector a sus espaldas, «son las propias familias, a partir de las cuales constatamos, constantemente un profundo nivel de satisfacción». Así, explica Valiente, dentro del amplio espectro educativo, y la heterogenia de problemáticas que puede presentar el alumnado, este tipo de centros «se encarga de abordar de un modo enfáticamente individualizado y especializado el proceso educativo de aquellos estudiantes que presentan un grado significativo de necesidades educativas y/o discapacidad, y que, a su vez, por su dificultad intrínseca, carencia de medios o singularidad, no pueden ser cubiertas por la modalidad ordinaria». Noticias Relacionadas estandar No Que bailen los ángeles, Elías ABC visual No Un día cualquiera en la vida de Javi, el joven con discapacidad que sólo le teme a la soledad Álvaro Ybarra Zavala ¿En qué situación está la educación especial en España? En España, la educación especial goza de muy buena salud, si nos basamos en el funcionamiento de sus centros y la preparación de sus profesionales. Respecto a este segundo aspecto, quisiera hacer notar que se trata de personal altamente cualificado, con un notable grado de especialización, a lo que se une una no menor pulsión vocacional. Pero, también es cierto que, en los últimos años, tras la ley LOMLOE, estamos asistiendo a un sorprendente e injustificado ataque -más o menos velado-hacia la educación especial, impulsado solo por apriorismos ideológicos y sin fundamentación técnica, científica o educativa. En definitiva, el único enemigo de la Educación Especial lo encontramos fuera, en factores extrínsecos a su propio funcionamiento y eficacia. A su vez, haciéndome eco de un aspecto de su pregunta, no es menos cierto que las políticas educativas autonómicas también establecen diferentes criterios en su enfoque, y nos congratula comprobar la valoración que, desde distintas consejerías dedicadas a tal fin, se está imprimiendo de cara a la educación especial y al reconocimiento de su eficacia. ¿Qué tipo de alumnos acuden a ella? Acude alumnado con diferentes necesidades educativas especiales, que son una parte más concreta y reducida del amplio paraguas que abarcan las necesidades específicas de apoyo educativo, pudiendo acoger, en términos generales, una escolarización que va desde los 3 a los 21 años. En la práctica, se suele tratar de estudiantes que precisan de una atención más profunda, especializada y personalizada, cuyas demandas no llegarían a estar del todo satisfechas en centros ordinarios, cuya modalidad, quiero hacer constar, convive pacíficamente y se coordina con la especial. Tal es así que, en cifras reales, el porcentaje de alumnos con necesidades educativas especial atendidos en centros de educación especial sería minoritario, no llegando al 17% del alumnado con discapacidad. ¿Hay distintos tipos de centros de educación especial? ¿Existen centros más enfocados a unos trastornos que a otros? Actualmente, nuestro país cuenta con 467 centros específicos de educación especial, siendo la inmensa mayoría de titularidad pública y concertada, junto a algunos otros netamente privados. Estos colegios escolarizan a alumnado muy heterogéneo y, como bien indica en su pregunta, existen muchos enfocados a distintos perfiles, ya sea por tipo de problemática (motora, intelectual, sensorial, trastornos generalizados del desarrollo, etc.), como por grado de diversidad funcional, en un segmento que iría desde la discapacidad leve hasta los grandes afectados. Los centros específicos de educación especial utilizan la metodología educativa establecida con carácter general y la adaptan a las circunstancias de sus estudiantes. Junto a lo que le señalo, no quiero obviar mi reconocimiento y trabajo de las aulas de educación especial en centros ordinarios, que también diversifican su labor en función de distintas problemáticas, para los cuales instamos dotar también de más medios y recursos de cara a poder desarrollar su cometido. ¿Por qué hay más niños en educación especial a partir de Secundaria? ¿Es porque los padres tardan en asumir los diagnósticos? ¿O porque en secundaria no existe la integración que, quizás, exista en los colegios en Primaria? Como en tantos fenómenos vitales, la explicación no es unívoca o monolítica. De todos modos, le compartiría un par de claves. Por una parte, muchos problemas de discapacidad se manifiestan de modo más sutil en las primeras fases del neurodesarrollo, siendo más patente en la medida en que van transcurriendo los años. Paralelamente a esto, las exigencias curriculares y la complejidad de las materias va aumentado progresivamente mientras transitan los distintos niveles. Por ello, mucho alumnado con necesidades educativas especiales empieza a percibir un apoyo más específico y profundo en relación directa al paso de los años; en definitiva, se empiezan a descolgar más en la fase final de la Primaria e inicio de la Secundaria. A su vez, en cuanto a lo otro que me comentaba, es comprensible que para los padres suponga un shock asumir ciertas situaciones -¿a quien le gusta que sus hijos tengan problemas sea del tipo que fuere?-, a lo que se añade un inicial desconocimiento de lo que supone la educación especial y sus beneficios; como en otros temas, podemos estar condicionados por ideas estereotipadas que, tras conocer la educación especial, le aseguro que son modificadas de un modo generalizado. Y, respecto a la tercera pregunta que me hacía, ciertamente, sigue estando ahí ese problema de la inclusión real . Y, mire, aquí no centro mi dardo solo en las políticas educativas, ya que, no hay ninguna normativa, desarrollo legislativo, decreto, estrategia, etc., que pueda lograr armonizar ciertas situaciones. Por solo ponerle un ejemplo ¿acaso se puede legislar para forzar con quien comparte el recreo un alumnado de EPO y ESO o a quién invita a sus cumpleaños? Cuando, por fin llevan a sus hijos a estos centros, todos los padres que conozco afirman que sus hijos han aumentado su autoestima, están mejorando su aprendizaje… ¿le consta? Absolutamente, como le decía antes, supone una profunda satisfacción comprobar esto. Bien es cierto que, en algunos casos, ya cuentan con la experiencia previa positiva de otras familias y alumnos, pero, incluso cuando la primera mirada pudo ser de recelo o miedo, la experiencia directa se torna de otro color. Mire, aquí podría compartir muchas vivencias pero, por centrarme en un aspecto concreto que me gusta reseñar, le diré lo que varios directores de colegios de educación especial me han compartido. Y me refiero a lo que produce el propio ambiente de sus centros. Me explico: es habitual que las familias reporten que, a los pocos días o semanas de integrarse en el centro, se percibe a nivel sistémico una mejoría en el clima del hogar familiar, con descensos significativos de estrés, ansiedad y conflictos domésticos; el hijo o la hija van a colegio con ganas y satisfacción. Y lo curioso es que, en muchos de esos casos, hemos de reconocer que aún no ha dado tiempo a intervenir -y hasta evaluar-, siendo el trabajo de acogida del profesorado y, en no menormedida, el trato entre iguales con otros alumnos, lo que pudo favorecer ese resultado. No en vano, muchos estudiantes aseguran que, por fin, viven ahí la experiencia de la amistad, disfrutan de cumpleaños -como antes le decía-, son insertados en grupos de WhatsApp, y, sobre todo, y aquí mucho podríamos hablar, dejan de padecer bullying. ¿Cree que hay más trastornos o dificultades de aprendizaje en la actualidad que antaño? Esta pregunta entraña una enorme complejidad, si queremos abordarla con rigor. En mi caso, que, entre otras facetas, me dedico también a la investigación en psicología y neurociencia, no me atrevería a sentenciar de forma taxativa. En todo caso, creo que ha aumentando la sensibilidad social ante estos problemas, incrementándose también su visibilidad. Además, pienso también que se va afinando con mayor precisión en los diagnósticos en paralelo con la sofisticación de nuevas herramientas de análisis y valoración. Luego, desde otro nivel de análisis, se podría debatir sobre los actuales problemas de lectura, escritura y cálculo, quizá no del todo ajenos a cuestiones culturales y contextuales… ¿debatimos sobre el uso temprano de los móviles? La pregunta responde a un fenómeno poliédrico, a la vez que apasionante para los que dedicamos parte de nuestro tiempo a la investigación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario