En Australia ya empiezan a hablar de "una epidemia de violencia machista", tras los últimos casos conocidos, a cada cual más dramático. Este fin de semana se conoció uno más, acaecido el Sídney, el tercer caso de los últimos diez días. El cadáver de Lilie James, una entrenadora de waterpolo de 21 años, fue hallado en los baños de los vestuarios de la escuela Saint Andrews, en Sídney.
Desde un primer momento, las investigaciones apuntaron en dirección a Paul Thiessen, un joven exalumno del centro de 24 años, con el que la víctima mantenía una relación. Thiessen fue grabado por una cámara acompañando a Lillie el mismo día de su muerte y entrando con ella en el vestuario en el que posteriormente fue hallada.
La orden de busca y captura contra el sospechoso fue cursada de inmediato y, apenas unas horas después, era hallado muerto junto al presunto arma del crimen de la entrenadora, un martillo ensangrentado.
Los mensajes en las redes sociales no dejaron de sucederse después de la tragedia, que ha provocado una enorme conmoción en todo el país. "Era vibrante, extrovertida y muy querida por su familia y amigos" o "siempre te recordaremos", eran apenas una pequeña muestra de los mensajes de condolencias que inundaron las redes sociales.
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