Plazas llenas de luces cálidas, aromas de dulces y especias, vino caliente que combate el frío, artesanías con motivos navideños, villancicos que envuelven el ambiente, bocados típicos de estas fechas, pistas de hielo en las que patinar, decoradísimos árboles de Navidad y entretenimiento para todos. Algunas de las ciudades más bonitas de Europa se transforman entre noviembre y diciembre, y sus mercados de Navidad nos trasladan a bucólicos escenarios de auténtico cuento.
Colmar, Viena, Berlín, Estrasburgo, Praga, Budapest y Bruselas son siete excelentes ejemplos de cómo se vive la Navidad en el centro de Europa. Sus mercadillos navideños pueblan sus plazas y sus calles se llenan de gente. Y por mucho que bajen las temperaturas, el espíritu festivo que se respira es capaz de calentar hasta el tiempo más invernal. Así que busca un gorro y una bufanda, que nos vamos a recorrer algunos de los mercados de Navidad más bonitos de Europa.
Cuando hablamos de los mercados de Navidad más bonitos y famosos de Europa, el de Colmar, en la Alsacia francesa, siempre destaca sobre todos los demás. Puede que sea porque la ciudad, de por sí, parece sacada de un cuento, con sus calles adoquinadas y sus casas de entramado de madera, o porque cada una de sus calles y sus plazas se adornan hasta el más mínimo detalle, con árboles, luces y todo tipo de motivos. Pero sea por el motivo que sea el ambiente que aquí se respira nos traslada a una Navidad de película.
En Colmar encontramos hasta seis mercados distintos distribuidos por la ciudad, aunque el mero hecho de ir de uno a otro ya se convierte en toda una experiencia atravesando los rincones más bonitos de la ciudad. Sus mercados se caracterizan con diferentes temáticas, pudiendo encontrar artesanía, decoración navideña, gastronomía, productos locales y espacios para niños, siempre con un embriagador aroma a canela que envuelve el ambiente. Y si aprieta el frío, nada como un buen vin chaud, un vino caliente con naranja, limón, anís, canela y clavo, fundamental para combatir las bajas temperaturas.
Viena es una ciudad monumental como pocas y sus mercados de Navidad no se quedan atrás. Repartidos por el centro y los alrededores se llega a contar hasta una docena de ellos, pero no hay dos iguales. Aquí el aire huele a dulce, a panadería, a ponche caliente y a almendras garrapiñadas, aunque un vino caliente tampoco viene mal cuando hay que desentumecer las manos. Las principales plazas de la ciudad acogen mercados de todo tipo y temática, incluso especialmente destinados al disfrute de los niños, y entre unos y otros, pasando por sus puestos de madera, verás que los adornos y los recuerdos se entremezclan con la gastronomía típica.
De todos los mercados vieneses te recomendamos visitar al menos seis de ellos: Altwiener Christkindlmarkt, pequeño, coqueto y cercano; Christkindlmarkt, en la Plaza del Ayuntamiento y con un sinfín de atracciones; Karlsplatz, dedicado al arte y con diferentes espacios para los niños; el del Palacio del Belvedere, junto a la residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya; el del Palacio de Schönbrunn, de temática cultural; y el de Maria-Theresien-Platz, que crea un pequeño pueblecito navideño.
En Alemania son expertos en celebrar la Navidad con sus mercados y Berlín, como no podía ser de otro modo, es uno de sus mejores representantes. La capital se transforma en esta época del año y los mercadillos navideños se reparten por toda la ciudad, por lo que no basta con quedarse con uno solo y es necesario recorrer varios de ellos para pasar por diferentes temáticas, ambientes y estilos. Aunque eso sí, en cualquiera de ellos tienes garantizada la artesanía, los recuerdos y una buena variedad de gastronomía tradicional para calentar el estómago.
Posiblemente, uno de los mercados más emblemáticos de todos sea el de la plaza de Gendarmenmarkt, donde la catedral hace de telón de fondo. El de Spandau es pequeño y coqueto. El Berliner Weihnachtszeit, en el Rotes Rathaus, cuenta con atracciones y pista de hielo. Mientras que los de la Plaza de Breitscheidplatz, Tauentzien y Kurfürstendamm son también algunos de los que no te puedes perder si quieres tomarte unas salchichas y probar el Glühwein, la versión alemana del tradicional vino caliente de Adviento.
El de Estrasburgo presume de ser el mercado de Navidad más antiguo de Francia, pues se celebra a los pies de su catedral desde 1570. Su fama es más que merecida y durante cuatro semanas las calles se engalanan para celebrar la Navidad por todo lo alto, con un abeto gigante en la plaza Kléber que es toda una referencia. En total los mercados navideños se extienden por hasta una decena de lugares, todos situados en la Grande Île, y con ellos la capital de la Alsacia resplandece como pocas otras capitales europeas.
De entre todos los mercados, el de Christkindelsmärik (mercado del niño Jesús), ubicado en la plaza Broglie al pie de la Ópera, es el de mayor reconocimiento, pues es el que se lleva celebrando desde el siglo XVI. Pero también están los de la Cathédrale, du Château, Grimmeissen, Kléber, du Marché-aux-Poissons, du Temple Neuf, Saint-Thomas y Benjamin Zix. Si vas, no puedes pasar por alto los bredle, los dulces típicos que se preparan durante el Adviento.
Praga es una de las ciudades más mágicas de Europa, pero en invierno, cuando la Navidad lo llena todo de luz y de color, lo es aún más. Esta época del año se vive con especial intensidad en la capital checa y son varios los mercadillos navideños los que se reparten por diferentes plazas de la ciudad. El de la Plaza de la Ciudad Vieja es sin duda el más espectacular y el más bonito de todos, posiblemente incluso de toda Europa. Un gran árbol de Navidad, decorado al milímetro, es su mejor seña de identidad, mientras que el olor del vino caliente y los dulces impregnan todo el ambiente.
El mercadillo de la Plaza de Wenceslao tampoco se queda atrás, donde encontrarás una buena variedad de puestos de comida. El de la Plaza de la República es también uno de los de mayor tamaño, ideal para encontrar recuerdos y adornos navideños de inspiración checa. Así como tampoco te puedes perder el del Castillo, ya que es uno de los más bonitos de la ciudad. Aunque el mercado de Havel es permanente y lo puedes encontrar durante todo el año, en Navidad se transforma y es un buen lugar para encontrar artesanía y productos navideños.
Noviembre y diciembre pueden ser los meses perfectos para visitar una ciudad como Budapest porque, a la vez que puedes disfrutar con el encanto que desprende a ambos lados del Danubio, puedes completar tu experiencia con bonitos mercados de Navidad que le dan un aire aún más acogedor. Las calles se llenan de luces y nos guían hacia mercados como el de la plaza Vörösmarty, que es el más grande de la ciudad, repleto de puestos y con variadas opciones para calentarse el estómago con algo de gastronomía típica de la fecha.
El de la plaza de San Esteban, ante la basílica de San Esteban, es uno de los más animados y suele tener una pista de patinaje junto a un enorme árbol de Navidad. La Plaza Mayor de Óbuda también acoge puestos navideños en un ambiente cercano y menos turístico, a la vez que el de Vánosháza acoge el Festival de Invierno. Ah, y ya que estás en Budapest, aprovecha y pasa por algún balneario para darte un baño en agua calentita. El de Széchenyi es uno de los más bonitos y podrás disfrutarlo al aire libre mientras te remojas a 38 grados.
Bruselas siempre merece una visita, pero si es invierno, todavía más. La ciudad se transforma entre luces, música, olores y colores, y sus mercadillos invitan a combatir el frío entre sus puestos de madera. En total se montan seis mercados de Navidad repartidos por diferentes calles y plazas de la ciudad, y aquí, además del vino caliente, los gofres son también de gran ayuda para empaparse de la atmósfera local.
Encontrarás mercadillos como el de la plaza Sainte Catherine, que es uno de los de mayor encanto gracias al tiovivo histórico que lo anima. El que se monta en Marché aux Poissons es el más grande de la ciudad y uno de los más concurridos, por lo que en sus puestos encontrarás prácticamente de todo. El boulevard Anspach también se llena de puestos en Navidad y el de la plaza de la Bolsa es buen lugar para deleitarse con un rico chocolate caliente. Y aunque los mercadillos terminan el 31 de diciembre, las festividades en la Grand-Place (árbol y espectáculo de luz y sonido), Place de Brouckère (pista de hielo y pistas de curling) y Place de la Monnaie se prolongan hasta el domingo 7 de enero.
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